Feijoo y Sarmiento en la medicina de los siglos XVII y XVIII
Palabras clave:
Feijoo, Sarmiento, Historia de la medicina, Medicina, pugnaResumen
Es casi seguro que muchos -- y más aún si son jóvenes— no querrán ver en este escrito otra cosa que una muestra de lo poco que se sabía en estos siglos de Medicina y, a la vez, de los circunloquios, latinajos y consideraciones pedantescas con que se pretendía soslayar tal ignorancia. No obstante, aun entre los que así piensen, habrá algunos que volverán a escuchar con agrado —o lo harán por vez primera, — la sana crítica de Feijoo. Esta crítica, aun hoy, sigue siendo necesaria, casi tanto como en su tiempo y en todos los estratos de la Medicina, desde el modesto de la práctica clínica hasta el más elevado de la investigación. Feijoo Entendía que el papel del médico junto al enfermo era el de la "humana dedicación, compasión, consuelo, alivio e intento de curar". Patéticamente, comienza Feijoo su disertación diciéndonos que: “la escribe penetrado del dolor de los lamentos, que se oyen en las casas de los enfermos, de las desgracias, que acarreaba el desordenado método de la Medicina y, sobre todo, el recetar tumultuario”. Feijoo, nos dice también que “el buen médico debe atender más al juicio del propio enfermo, a sus apetencias, que a los textos y aforismos y que, por consiguiente, no es nada disparatado pensar que el mejor médico es el que se tiene presente a sí mismo, el que puede ser médico de sí propio”. De la simplicidad y sencillez con que se debe ejercer la Medicina, él nos dice que la mejor medicina es la que se vale de los medios más sencillos. Ahora bien, no puede negarse que entre esta Medicina que Feijoo criticaba y la de nuestro tiempo el cambio ha sido fabuloso. De los tres estados que Feijoo reconoce en el arte médico: el de la perfección, el de imperfección y el de corrupción, preciso es reconocer que la Medicina actual se va aproximando notablemente al de una Medicina perfecta, pese a que Feijoo postulase que esta fase no podría alcanzarse jamás.